Por José Luis Díaz Álvarez
Oct 31, 2025
          Era una noche como cualquier otra, estaba terminando de realizar una ruta corporativa así que me dispuse a dirigirme a casa, como ese día había empezado mi jornada temprano, me sentía muy cansado, solo pensaba en llegar y dormir.
Cuando me encontraba a la altura de los límites de de Santa María Zolotepec y Mimiapan; un lugar muy obscuro y boscoso, vi claramente a una niña caminando en la orilla de la carretera, recuerdo muy bien que llevaba un zapato rojo en una mano y en la otra una chamarra amarilla cubierta de sangre, sentí un terrible ataque de escalofríos que me subieron por la espalda porque al ver la camioneta se detuvo, me vio y señaló hacia el otro lado de la carretera pero no había nada.
Claro está, que nunca me detuve, al pasar sentí como si la niña hubiera abordado la unidad, sentí su presencia al fondo del vehículo, pero por miedo no miré atrás, estaba frío del susto, el regreso a casa me pareció eterno.
Al llegar a mi casa me enteré que en ese lugar durante el día pasó un accidente.
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